AMADA ADOLESCENTE, Poemas amorosos (1944), Secreta fuente (1948)


 NO cabe otro sufrir ni otro consuelo
que el de esperar doliente y resignada
mendigar de tu amor una mirada,
a mi alma triste asida a triste suelo.

¡Cómo quisiera rauda, en raudo vuelo,
ascender al amor de tu morada
para rendir su fe de enamorada
en ardiente coloquio, allá en tu cielo!

¡Cómo quisiera ardiente, aquí en la tierra
que fueras cuerpo y sangre, toda vida,
para moverte a alegra y dulce guerra!

Sólo queda el sufrir, sin una herida
en el robusto cuerpo, que se aferra
a perdurar sin muerte, en esta vida.



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