AMADA ADOLESCENTE, Poemas amorosos (1944), Secreta Fuente (1948)


6

CÓMO me duele, cómo me destruye
el paso de tu vida fugitiva;
luminosa, fugaz corriente viva
que entre mis manos canta, y lenta fluye.
    
Ah, ese dulce fluir que no concluye
ni con él se me lleva a la deriva,
mientras crece mi angustia y se me aviva
un ansia de morirme en lo que huye.

Ay, si pudiera yo, si pudiera
detener tu latido presuroso
o anegarme en la luz de su corriente.

Como la inmóvil roca en la ribera
yo te veré pasar, y silencioso
veré cómo te pierdo, eternamente.

AMADA ADOLESCENTE, Poemas amorosos (1944), Secreta Fuente (1948)

5

¿QUÉ silencio de tristes ruiseñores
presintiendo el fluir de tu latido
tu paso sobre el alba ha precedido
y precedió tu fuga por las flores?

¿Qué río de apagados resplandores,
corriente sin espejo y sin sonido,
de la mar arrancó ese ancho mugido
por el final mortal de tus primores?

Como pájaro o mar, cual río o luna
que han llorado tu gracia abandonada
gimen todas las cosas su impotencia

pues, ni con su alto amor, pudo ninguna
embellecerte más, robarte nada,
ni detener tu huída, adolescencia. 




AMADA ADOLESCENTE, Poemas amorosos (1944), Secreta Fuente (1948)


4

¡LEJOS, qué lejos de mis fieles manos
palpitas, vives, sueñas o me olvidas,
mientras tiene aún tus gracias retenidas
mi corazón de sueños sobrehumanos!

¡Qué inaccesibles, qué altos, qué lejanos
tus ojos, tus designios, tus huidas,
mientras tengo aún las manos encendidas
en el rescoldo de mis sueños vanos!

Lejos… ¡qué lejos…!, ¡qué imposible hallarte
así como tú eres, a mi lado
y, acaso, nunca volveré a tenerte…!

Mas yo espero poder eternizarte
con este amor que el sueño me ha forjado
por el que nunca puedo ya perderte…