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CÓMO me
duele, cómo me destruye
el paso de tu vida fugitiva;
luminosa, fugaz corriente viva
que entre mis manos canta, y lenta fluye.
Ah, ese
dulce fluir que no concluye
ni con él se me lleva a la deriva,
mientras crece mi angustia y se me aviva
un ansia de morirme en lo que huye.
Ay, si
pudiera yo, si pudiera
detener tu latido presuroso
o anegarme en la luz de su corriente.
Como la
inmóvil roca en la ribera
yo te veré pasar, y silencioso
veré cómo te pierdo, eternamente.